jueves, 26 de noviembre de 2009

El Timo Lunar

El autor expone 50 de las hipótesis por las que afirman que el hombre nunca llegó a la Luna. Hay de todo tipo: desde algunas técnicas como el fuego de los reactores o el polvo que deberían levantar. hasta otras que no tienen ni pies ni cabeza, como que sólo hay 20 fotos (cuando en realidad hay más de 25.000), el bigote de uno de los astronautas o que no conceden entrevistas, en principio, para que no les desenmascaren (claro que conceden entrevistas, pero son humanos y suelen declinar las de los indeseables).
Afirman que, al posarse el módulo lunar, no produjo un cráter ni se hundió cuando pesaba 15 toneladas. Veamos, 15 toneladas en la Tierra y lleno de combustible. Si había perdido unas 7 toneladas por dicho combustible y tenemos en cuenta la gravedad de la luna, el peso allí era de unos 1.200 Kg, o sea un empuje de 300 Kg por apoyo. Por la misma regla de tres, un coche se tendría que hundir en el garaje. Por si fuera poco, los astronautas comunicaron la dificultad inesperada de clavar la pértiga en el suelo para poner la bandera de lo duro que era.
Una de las controversias más famosas es la de la bandera que, según afirman, parece que ondeaba. En realidad, no lo hacía. No hay viento en la Luna. De hecho, si lo hubiera, se vería el polvo levantándose bajo su efecto. Para mantener la bandera en esa situación pusieron un travesaño por la parte superior. Hay un par de fotos tomadas en diferentes momentos donde se ve la bandera con los mismos pliegues. Además, los propios conspiranoicos se contradicen: ¿cómo podía haber una corriente de aire en un estudio como para que una bandera ondeara? Sólo falta que digan que pusieron ventiladores para darle más emoción.
El polvo que hay en la luna recibe el nombre de regolito lunar y es una mezcla de varios minerales. Una curiosidad es que uno de los minerales recibe el nombre de armalcolita, cuyo nombre está compuesto por las iniciales de los tres astronautas: ARMstrong, ALdrin y COLlins.
Otro aspecto que critican es que los neumáticos del Rover no hubieran explotado. Es cierto que al subir un puerto de montaña las bolsas de patatas se hinchan y las botellas de agua de plástico parecen estar más duras. Efectivamente, las ruedas del Rover deberían haber explotado. Suerte que estaban hechas de zinc y recubiertas de capas de acero. Ya habían pensado en ello los ingenieros.
También he encontrado curioso que no es cierto del todo que no se viera ninguna estrella del fondo. En realidad, sí se ve alguna en las fotos del Apolo 14 y 16 y es nuestro vecino Venus ya que es entre 10 y 20 veces más brillante que la estrella más brillante después del Sol, que no es otra que Sirio.
Otra hipótesis es la famosa C en una de las rocas:
La NASA no difunde los negativos originales, sino que hace copias, conservando así dichos originales en buen estado. En una de esas copias se coló un pelo o alguna fibra. En los negativos originales esa C no aparece.
También dicen que desde los telescopios ópticos situados en la Tierra no se pueden ver pisadas ni el lugar del alunizaje. Si supieran realmente de telescopios, sabrían que no tienen resolución suficiente. Ni siquiera el Very Large Telescope, que sólo es capaz de conseguir imágenes de la Luna de longitudes superiores a 130 metros cuando el módulo no hace más de 10 de pata a pata.
Una de las controversias más famosas es la de la bandera que, según afirman, parece que ondeaba. En realidad, no lo hacía. No hay viento en la Luna
Otra hipótesis es que ralentizaron las imágenes para imitar la gravedad lunar. Los famosos cazadores de mitos lo desmintieron intentando reproducirlos en la Tierra. Al final, se metieron en un avión que, trazando arcos de parábola debidamente calculados, simuló la gravedad de la Luna. Los saltos y brincos eran prácticamente idénticos a los de la NASA.
Otro problema del que hablan es sobre las erupciones solares. La propia NASA afirma que es un peligro para los astronautas que viajaran allí. ¿Por qué entonces ese peligro no existiría en el viaje a la Luna? La diferencia es que el viaje a la Luna dura unos 10 días, pero un viaje a Marte duraría años. La probabilidad es mucho más alta.
También afirman que pusieron a los astronautas en cuarentena demasiado tiempo para “ lavarles el cerebro” , pero no dicen que las del Apolo 11, 12 y 14 duraron 21 días (no sabían qué iban a encontrar), que es el plazo razonable de incubación de los patógenos más virulentos conocidos. Al ver que no corrían peligro, se eliminaron las cuarentenas de los Apolos 15, 16 y 17. Por supuesto, los conspiranoicos no dicen nada de esto último.
Y llegados a estos puntos y recordando que se quejaban que no concedían entrevistas, si esperan que los científicos estén cada día saliendo para decir que el hombre ha llegado a la Luna, que no esperen más. Tienen mejores cosas que hacer en lugar de repetir lo evidente.
El autor está haciendo un doctorado en Filosofía de la Ciencia y en un capítulo nos brinda algo de la misma en un pasaje de aquellos que hacen afición sobre aquellos que afirman que “ no creen” que el hombre llegara a la Luna (no los pongo en el orden en que salen en el libro):
Uno cree en algo cuando no está demostrado aquello en lo que tiene que creer. O uno puede creer en alguien, en una persona, si no tienes pruebas para saber si es verdad lo que dice. Lo que no es correcto es usar el verbo creer para hablar de evidencias. Uno no puede creer o no en que las cosas caen: las cosas caen y punto. La gravedad no es cuestión de opiniones: quien opine que la gravedad no existe, que se tire desde un décimo piso, a ver qué dice. Los científicos no creen en sus teorías (como suele afirmarse); ven evidencias y ofrecen explicaciones razonables (… ) En todo caso, la ciencia no demuestra que exista un hecho: el hecho está ahí y es objetivo.
Los viajes a la Luna no son materia de creencia. No estamos hablando de verdades reveladas por Moisés o por Buda, puesto que los alunizajes vienen acompañados por multitud de datos.
Otro concepto importante en filosofía de la ciencia es el de anomalía. Cuando un científico observa una anomalía, lo primero que intenta es estudiar la forma de ajustarla a su teoría inicial. Si esto no es posible, y se han detectado muchas anomalías, puede dar lugar a una revolución científica que origina un nuevo conjunto de teorías que incluyan o desplacen las anteriores. Esta visión, muy resumida, es el cambio de paradigma mediante revoluciones, una teoría de Thomas Kuhn. Dentro de este enfoque, para que una anomalía sea considerada como tal debe ser sometida a muchas pruebas; si no las supera, merecerá realmente el apelativo de anomalía. Todo ello se hace con fuentes, referencias, experimentos y mucho trabajo riguroso y duro. Sin embargo, los teóricos de la conspiración son los que denuncian el engaño con anomalías de algún tipo, y son ellos quienes tienen que explicar por qué algo es anómalo y demostrar así su teoría. El problema radica en que las anomalías no superan las pruebas: dejan, por tanto, de ser anomalías.
Finalmente, el autor da un decálogo de 10 argumentaciones en los que se evidencia claramente que el hombre llegó a la Luna. Os cuento la que más me gusta. Resulta que los astronautas de las misiones Apolo 11, 14 y 15 pusieron unos Laser Ranging Retro-Reflector (LR-3). Para entendernos, unos espejitos. Desde dos lugares de la Tierra se envía un rayo láser que va a la Luna, rebota en los LR-3 y vuelve. Del tiempo de ida y vuelta y conociendo la velocidad de la luz, deducimos la distancia entre la Tierra y la Luna.
Pues bien, si el hombre no ha llegado a la Luna, que alguien me explique cómo pusieron esos LR-3 allá arriba. Y por favor, que no me digan que fueron los alienígenas.
Muy entretenido, informativo y fácil de leer. Apto para todos los públicos. Y corto: a mí me ha durado dos días.
Título: “ La conspiración lunar ¡vaya timo!”
Autor: Eugenio Fernández Aguilar
No es de extrañar todo esto si tenemos en cuenta la epoca de la que estamos hablando y observando como a día de hoy, nunca más el hombre ha vuelto a pisar nuestro satelite. Es sin duda bajo mi punto de vista, un engaño más de la factoria americana, que hace y deshace en este mundo todo lo que le viene en gana, y tras esta gran mentira, otras imnumerables que aun no sabemos y quizas nunca veran la luz. No cabe duda que fue, eso sí, uno de los grandes trabajos de la factoria hollywoodiense de la historia.

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